sábado, 5 de noviembre de 2011

Unes histoires de peu importance ~




Antes de darse cuenta ya sentía algo, algo muy fuerte que escapaba 
a su razón,algo que muy pronto sería el motivo de sus futuros actos.

Yo no puedo sentir tal cosa - se dijo, pero lo cierto era que ya lo hacía.



Un suspiro, una mirada al cielo, lo demostraba con cada movimiento, pero desconocía el porque tenia que ser él;Una duda, irreversible por el momento, que anidaba su mente.

Una sola palabra suya la hacia tiritar y acalorarse, en el mismo instante en el que sus labios de despegaban de su cotidiana postura para pronunciar la esperada palabra.

Ella esperaba una mirada, una señal que le hiciera darse cuenta de que se refería a ella, pero no recibió tal placer.

Se encerró en su mente, pensando en que tendría la otra, que no tuviese ella.
Llegó a muchas conclusiones, quizás demasiadas, asi que sin darse cuenta, empezó a hacerse daño así misma.

[...]















Ella era solo una plebeya, una simple mujercita del pueblo, una más para todos aquellos que la observaban a su paso.
Tenía envidia de todas aquellas damas vestidas con ropas caras y elegantes joyas de piedras preciosas, a ellas la vida les sonreía , vivan en un cuento de hadas.
Ella, al contrario, tenía tareas, obligaciones, responsabilidades...
Quisiera poder sentirme como una princesa - dijo en voz baja, mientas se atusaba el pelo frente al viejo espejo que en su descalabrajada habitación se situaba.
Un día por el pueblo, realizando sus tareas diarias, vio a un joven, un joven de buen ver, que hizo que sintiera un leve escalofrío en la piel.

El joven parecia mirarla de forma distinta, la hacia sentir especial, la hacia sentirse una dama que caminaba hermosa por las pedregosas calles del pueblo.
Pero entonces, aparecio una verdadera dama, una bella señorita hija de un conde de buen nombre; en cuanto pasó,con ese vestido de color burdeos que resaltaba su blanquecina y pura piel, él poso sus ojos en ella dejando de dar importancia a la que antes parecia ser alguien especial.

Y entonces, enloqueció de rabia, sabia que nunca volvería a sentir lo que el le hizo sentir, quería descubrir por sus propios medios que mas podia hacerle sentir o que sería ella capaz de ofrecerle; pero no habría tal oportunidad, porque ella era una simple plebeya y la otra, una hermosa doncella.

[...]





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